Era el colmo. Por las puras se había levantado tan temprano y mírenlo, correr desesperado tras un micro, un colectivo, o un taxi (en ese orden). La camisa planchadita, los zapatos llenos de gotas de agua, y el cabello mojado, tan mojado que la caspa parecía nieve en una noche azabache. Se iba a su clase de francés, y maldecía -en inglés- la suerte que tenía. ¡Los taxis se habían enterado que eran plato de segunda mesa! Menos uno, claro, después de cierto tiempo.
Entró y cerró apurado la puerta de metal; dijo donde iba y el taxi arrancó, sin la menor bulla, sin la menor molestia, el taxista pisó el pedal y ya estaban en camino, tranquilos; fue entonces que el vacío vino y los detalles saltaron, la vista se fijó en lugares visibles, en los gestos del conductor, sus facciones, su sonrisa plástica y brillantemente amarilla. Le sonreía. Luego vino lo obvio, la torpeza casi desapercibida, pues no duró ni un instante. Había entrado ciegamente a ese auto. Trató de bajar la luna para relajarse. Movió la mano sin quitar la vista de la calle, queriendo borrar aquel pedazo que le separaba del ruido, de la brisa, del smog. No pudo. Su mano se movió y cayó una y otra vez, buscando lo esperado, tanteando la ausencia de algo sólido. No había manija. La luna, pedazo de plástico gris, estaba completamente subida, arbitrariamente y dejada a sus anchas, sin ningún remedio. Probó con la del otro lado y se dio cuenta, al fin, después de examinar las dos lunas delanteras, que estaba atrapado. Sintió cómo los vidrios grises se transformaban en humo negro y empezaba a asfixiarlo. El taxista sonreía. Pensó entonces en saltar por una puerta, agarrar de pronto la osadía y abrirse al aire libre, caer al pavimento. ¡Pero tampoco había gancho alguno, palanca pequeña, manija o cerrojo de donde jalar, por donde huir! Sólo un cable viejo sobresalía de un hueco oxidado. No le quedó otra más que pensar. ¿Qué se hace en estos casos? ¿Qué se hace cuando el taxista tiene pelo largo y rostro extremadamente amigable? ¿O cuando viste un polo blanco lleno de huecos?
El auto siguió avanzando por la avenida a una velocidad constante. No había semáforo alguno, en ningún momento el auto se detuvo. Cuando pasaban por las desviaciones principales, él rogaba mentalmente (lleno de imágenes fugaces)que no ocurriera, que el auto continuara por la ruta de siempre. Siempre así. Un momento agudo, preciso en cada bocacalle. Luego respiraba hondo, sin mirar a ningún lado, y levantaba la vista. Ahí de nuevo la sonrisa, los ojos brillosos a través del espejo. ¿Será gay? Empezó a sentir frío. ¿Por qué no le decía que se bajaba, que en la siguiente esquina estaba bien? No le pediría explicaciones, no podía...¿no? Claro, no podía. Igual, él se bajaba y punto. Y si...lo entendía, era el miedo lo que le paralizaba. El miedo de que se revele. Antes de tiempo o después era igual; violador, delincuente, asaltante, era igual, antes o después. No dijo nada. Se resguardó en la idea de que ya faltaba poco. Ya estaban más de la mitad, faltaba poco, sin duda. Sin duda...
- ¿Qué cuadra me dijiste? -dijo de pronto el taxista, con una voz que de pronto confirmó todas sus angustias.
- O-ocho -dijo él, simulando tranquilidad, poniendo la voz lo más grave que podía.
- ¿Es esa casona con banderas?
Y entonces algo de pronto se despejó en su mente. Despertó súbitamente y miró, sin demorar, que la casona en la cuadra ocho ya estaba ahí, a escasos números. Se dejó caer en el asiento, casi sonriendo.
- Sí, esa misma.
Cuando el auto paró le pagó los cuatro soles, recogió sus cosas del asiento, y se dispuso a salir. Pero se detuvo, volviendo la vista de nuevo. Otra vez la sonrisita, el polo blanco con huecos y la cara de plástico, estirada y brillosa. Se quedaron así, con la mirada sostenida en la del otro.
- ¿Qué pasa? -pareció decirle el conductor con la mirada, sólo le faltó decir querido.
- ¿Cómo abro la puerta? -preguntó él, incómodo.
El taxista al inicio no entendió, algo en su rostro parecía debatirse, un gesto fruncido, una mirada penetrante (como si quisiera leerle la mente); y luego, como si fuera algo obvio, y algo molesto también, dijo secamente.
- Ah, sólo jala del cable.
Él procedió, incrédulo, y un ligero clic hizo eco en su cabeza.
- Jeje, ¡claro!
Y salió corriendo a su clase de francés, esta vez pensando en castellano, pues era el único idioma en el que se sabía tantas palabrotas.
domingo, 13 de abril de 2008
Amarillo Chatarra
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Intermedio,
relato
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6 comentarios:
-w- primera en comentar!
=3 ya te lo dije antes de comentar...tienes talento, sigue amaestrando asi las palabras owo se nota que saben obedecerte nwn
=9 q haria yo en una situacion de esas? Pondria mi cara mas macabra y soltaria esa clase de risa que solo nosotras, las adorables psicopatas, sabemos sacar para espantar al "enemigo"
0w0 matta nee!
Yo más q nadie sé q ciertas situaciones y personas asustan
peo nunk stá d más conservar la serenidad...
Q el taxista tenga traza d freak y q t sonría reiteradament no quiere decir q sea gay, ni q vaya a...
D todos modos hay q cuidarse de los truhanes y la neurosis ^^
Salu2, bonito relato
me gusta el ritmo, así medio ágil...y escuchando una salsita de fondo..."lentes oscuros pa que no sepan que está mirando...y zapatillas por si hay problemas salir volaooo..."
Jeje: jala del cable, lógico no?? si tiene huequitos en el polo, qué querías limousine??? xD
jajajajaj!!
ha estado chevere , super entretenida ^^ , me ha gustado ah! menos mal ke lo lei con tiempo ^^ , pues si... da miedo subirte a un taxi asi nomas.. a mi me da miedo subir sola a los tazis :(
Bueno.. me ha gustado bastante ^^ y ni se te ocurra cerrar el blog! , me yo le echaría mucho de menos :(
Un Kiss , krn enojada cin winger..
me ha parecido entretenido, es de ese tipo de relatos que si empiezas ya no paras, y si por algo te detienes quiere saber qué continúa.....logras mantener mi atención....chévere!! Continúa amigo! Yrma.
jejejeje
pollito pirilin, como te vas a subir a un caruuje jalado por violadores, o talves delincuentes, todo por que te gusta dormir, jeje pa la prxima llama a un new taxi, esos aunque con cara de choro son buena gente, salvo que diga niu tacci, allui si preocupate....
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