lunes, 7 de julio de 2008

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Agarró sus maletas, cruzó el aeropuerto y, después de esperar por su vuelo, despegó. Despegó aunque él insistía que en su caso sería despejar, porque olvidaría todo, a todos, y a ella claro. Despejar, despejar -se repetía. Ya sentado trató de no pensar. Las nubes le ayudaban. Esos trazos en el cielo le hacían recordar a los cabellos blancos de su abuela, hace años, pero ella también se había ido. Ahora le tocaba a él. Se bajaría del avión, con el viento en el rostro, y caminaría sin peso alguno, sin maleta de recuerdos, caras o nombres. Solo.

Las nubes empezaron a condensarse, a confundirse entre ellas dejando parches de cielo. Por lo que no miró más, cerró su cortinita a esa masa de ovejas y se dedicó a sus manos, tan inquietas de pronto que, si fuera hipocondriaco, pensaría en Parkinson. Decidió pedir un whisky.

- Señorita. Señorita...venga.
- Sí señor, ¿en qué le puedo servir? -se acercó una morena de sonrisa artificial.
- Necesito un whisky.
- ¿Necesita? -pensó la aeromoza, como si esa palabra le recordara algo; luego dijo:- Un momento por favor -y se fue con su andar ondulante...su minifalda azul y su minifalda azul... No podía pensar en otra cosa.
Regresó pronto, por suerte.

- Aquí tiene señor, whisky en las rocas -le dijo, extendiéndole un vaso chato.
- Gracias nena -respondió, devolviéndole el vuelto de su sonrisa artificial. Le acarició la mano al servirse.

La chica se fue lo más rápido que pudo. No porque le diera miedo, pensaba, sino porque era perezosa y ya veía que le pediría otra cosa. Aunque era guapo, pensó. Quizás regresaría después.

Jesús se quedó inquieto. Su whisky hace rato se había acabado y ahora no sabía qué hacer. Pararse le daba pereza, ir al baño, mojarse la cara tal vez; pero al final decidió permanecer sentado, viendo a través de la luna un pedazo de nube (la de su ventana). Sacó un libro de su mochila. Siempre había escuchado que se podía leer uno entero mientras se volaba, y ya que no veía otra opción, empezó. Era uno extraño que compró en la feria anterior hacía un año. La pasta era vistosa, roja con lineas amarillas que caían como rayos de sol, y una sombra de un hombre de sombrero que se adelantaba al personaje que no salía. Era tiempo de leerlo, la trama era oscura pero poco a poco se iban llenando las lagunas. Le resultaba interesante.
Al cabo de un rato, la aeromoza regresó con otro vaso de whisky. Jesús estaba prendido de las letras cuando algo le hizo desviar la mirada. Sus dos voluptuosas piernas se pararon justo delante de él y su libro en el regazo. Se hizo el que leía, aunque no había nada escrito en sus pantis.

- Supuse que necesitaba otro -le dijo, al primer contacto visual.
- Oh, muy amable, señorita. Creo que sabe muy bien lo que necesito...-y le dedicó su mirada de niño y su sonrisa pícara. Siempre funcionaba. La aeromoza se sonrojó y calló.
- Más tarde...yo te aviso, bebé -le dijo al oído después de un momento; y se fue sonriendo, meneando sus caderas mientras el cabello le caía ondulante.

¿Sería tan efectiva su sonrisa? -pensaba. Nunca le había funcionado tan de prisa, instantáneamente, a lo mucho le había servido para sacar un teléfono...pero ¿para ligar? Esto era nuevo, ¡y en un avión!... Empezó a sentir cómo su cuerpo se llenaba de una energía fría y excitante, incontenible y perturbadora. Regresó el libro a su mochila, leer le era imposible. Más tarde, había dicho. Más tarde...¿cuándo sería? Él ya estaba listo. Se recostó sobre su asiento y esperó, impaciente con la mirada fija en el televisor -estaba sentado en la primera fila.
De un sobresalto se dio cuenta. ¡No estaba protegido! Qué...cómo pudo olvidarse de...si su hermano siempre le decía, que en cualquier momento uno...Empezó a buscar en su mochila, desesperado. Tenía que haber quedado uno por ahí...¡Qué tonterías trae uno en su mochila cuando viaja! Sólo había empacado su mp3, un libro, su cuaderno verde, y guantes y chuyo por si acaso hacía frío al salir. Tantos bolsillos le quedaban libres y ningún preservativo. Imposible, eso le pasaba por no tener billetera.
Distraído un papel se cayó del cuaderno verde cuando lo alzó. Se agachó instintivamente y lo recogió, lo metió a su mochila sin mirarlo, y trató de olvidar lo ocurrido. ¿Por qué habría traído ese cuaderno? -se preguntaba.- Si quería dejar todo atrás lo más lógico era que dejara el cuaderno donde había escrito tantas cosas, personales y ficticias. ¿Y por qué aquel papel precisamente? ¡Demonios! Sus manos empezaron a enfriarse, aferradas a la mochila sabían que parte en él deseaba leerlo de nuevo, pero no recibían la instrucción, se quedaban pendientes, listas para salir disparadas.

- No...-se dijo.- No es posible que te siga en este viaje -tiró su mochila debajo de su asiento, enojado consigo mismo.- No es posible que ella...

La aeromoza pasó mirándole, haciéndole una seña imperceptible. Se dirigía hacia el baño. Jesús la miró en su recorrido y se paró cuando ella se perdió de vista. Caminó decidido mientras el remordimiento se asentuaba a cada paso. Cuando llegó, tocó la puerta despacio y unos largos brazos lo jalaron hacia dentro. No supo más. Sentía cómo su cerebro se adormecía por los largos besos que aquella morena le regalaba. Pensaba pero se quedaba a medias, no podía completar ninguna frase...hasta que cedió, cedió totalmente, y el lío de sentimientos que se le había armado, minutos antes, desapareció. Se sumergió totalmente en sus grandes senos.

- Espera, espera -le suplicó la aeromoza, tratando de alejarlo.
- ¿Qué, qué pasa? -jadeó él, algo ofuscado.
- ¿Tienes condón, cierto?
Jesús se quedó con la mirada vacía. Había dicho "¿cierto?" -pensaba.- ¡¿Por qué había dicho "cierto"?!
- Oh vamos, es fácil, ¿tienes o no?
- ¿Es necesario? -bromeó un poco, tratando de no pensar.
- Bff...-respiró.- Pudo ser lindo. Adiós -y salió del baño dejándole dos bofetadas dulces en la mejilla.
- Claro...ya me acordé por qué nunca llevo preservativos -se dijo en voz alta.- Porque ella siempre los llevaba.

- ¿Tienes preservativo, cierto? -le decía, sonriéndole cuando él la perseguía por su casa. Él se paraba en seco, se daba cuenta que no y decía:- ¿Hace falta? -ella lo miraba, sonreía de nuevo y le mostraba uno - No -y corría de nuevo.

Regresó a su asiento. Volvió a mirar a través de la ventanita, el cielo estaba oscuro. Otro vaso de whisky lo había estado esperando; se lo zampó de una sola y se echó a dormir. Ya más tarde saldría por esa puerta, caminaría por las escaleras empinadas, sin maletas por supuesto; aunque ya había caído en la cuenta de que se había equivocado. Las maletas le esperaban en el aeropuerto, y le seguirían siempre.
Ésta vez no soñó nada.

5 comentarios:

Anónimo dijo...

-w- mira tu...
es mejor que nosotras los llevemos

u.u los hombres son irresponsables y sucumben a sus deseos...

Nosotras podemos mantener la cabeza fria y despejada ante muchas situaciones

*0* viva!!!

-w- buena narrativa...perspectiva cotidiana...
me pregunto que habria hecho yo xD

3ric dijo...

mm.. tipica historia de un pollo Xd.. me entretuvo bastante, al menos esta historia mantuvo una narrativa algo ams suave y cotidiana XD.....
PD: pollo enq ue andas pensando????

Anónimo dijo...

juas juas juas, sonaba a mmmmm...como era la morena?, era morena?, debe haber sido simpatica,ademas el pata debe haber tirado si pepa porque si no la mo0rena no caia, ademas, que tenia en ese papel que se le cayo del cuaderno?, has la segunda parte donde lee el papel, que queiro saber que dice, me djeo con la duda,ademas, esta chevere, y porque todos ddicen que tuvo una perspectiva cotidiana?que es eso?, saben loq ue quiere decri, entonces no lo pongar, solamente limitense a decir que estuvo bien entretenido y tenia una perspectiva cotidiana.

tavino pan y vino....

Anónimo dijo...

mm, esta historia me tuvo prendida por un rato, queria ver en q terminaba todo el rollo, pero mm, tipica historia de un melancolico: todo le sale mal y todo le recuerda a esa persona, jiji

Sigue escribiendo, ;)
Cdt

wingerr dijo...

Es cierto que tiene una perpectiva cotidiana (como casi todo lo que escribo), pero no creo que sea la típica historia de un melancólico xD...quizás le salió mal el plancito que se estaba armando viéndolo desde un punto objetivo; pero a Jesús no le importó, no se sintió mal ni nada.
El tema o mensaje de este relato era que por más que una persona se aleje de su vida, de su tierra, nunca puede librarse del todo de sus ataduras, de sus recuerdos, y claro está, del amor que aún sentía.
Saludos, gracias por leerme xD!